Seis monolitos de concretos componen la serie Heridas. Luisi Llosa interviene cada uno de ellos con hostilidad. Es la violencia, el desgaste, la manipulación lo que les da forma, lo que las hace únicas. Es la violencia, el desgaste y la manipulación lo que nos hace únicos. No somos los otros porque son otras nuestras heridas. Allí reside la clave de estas seis piezas.
Son estos monolitos resquebrajados, atravesados y dañados los pilares que hacen a Llosa. Sin embargo, es posible que ninguno, de forma aislada, le pertenezca a ella exclusivamente. Pero sí su combinación. Esta cualidad es la que le da apertura a la obra para con el espectador: son los golpes lo que nos permiten establecer conexiones con quienes nos rodean, ahí es donde se sitúa la empatía. Así, los trabajos de Llosa interpelan al observador desde sus materiales y las sensaciones que estas sugieren en la memoria de cada uno. La combinación de la artista es apropiada, al menos en parte, por sus intérpretes.
Los monolitos se presentan, de esta forma, como un puente entre Llosa y el espectador. Como quien se acerca a otro y le susurra al oído “¿A ti qué te dolió?”.
Matías Helbig